Son importantes a la hora de determinar la localización, tamaño y extensión de la enfermedad.
Se realiza mediante un aparato emisor de rayos X. Estos atraviesan los diferentes órganos y partes del cuerpo que se quieren valorar. Los rayos X se absorben en diferentes grados dependiendo de las estructuras que atraviesan. Las radiaciones que han atravesado el organismo impresionan una placa dando lugar a una radiografía.
Utiliza la misma técnica de las radiografías para obtener imágenes de gran precisión y resolución. En este caso, la fuente que emite las radiaciones y el detector que permite formar la imagen giran alrededor del cuerpo de la persona. Mediante un aparato conectado a un sistema informático, se obtienen imágenes en forma de cortes transversales de la zona del cuerpo a estudiar. La imagen obtenida se compone de diferentes planos del interior del paciente. Permite distinguir, con gran resolución, posibles alteraciones o tumores. A veces, es necesario administrar un contraste para mejorar la visión de algunas estructuras (por ejemplo, las vías urinarias).
Se trata de una prueba muy similar al escáner pero no emplea rayos X. La obtención de las imágenes se consigue empleando campos magnéticos. Permite ver con mayor claridad, precisión y contraste cualquier alteración existente, sobre todo en algunos órganos o tejidos de densidad similar (por ejemplo, tendones y músculos).
Para su realización es necesario administrar al paciente unas sustancias radioactivas que se llaman radioisótopos. Se utiliza para el estudio de diferentes partes del cuerpo, para lo que se utilizan diferentes tipos de isótopos (yodo para la gammagrafía tiroidea, tecnecio para la gammagrafía ósea, etc). Estos compuestos se introducen en el cuerpo del paciente (por boca o por inyección intravenosa) y son captados por las células del órgano o tejido específico que se quiere estudiar. Tras esperar un tiempo determinado, según cada caso, el paciente se coloca ante un detector especial. La radioactividad se mide por medio de una cámara que capta las radiaciones y un complejo sistema informático produce un mapa del órgano o tejido estudiado. Esta imagen permite conocer si existe alguna alteración, no sólo anatómica o morfológica, sino en el funcionamiento de las células.
Son dos tipos de pruebas diagnósticas basadas en la misma técnica que la gammagrafía. Difieren en que utilizan un tipo especial de isótopos. Se realizan sólo en algunas circunstancias especiales (para estudio de órganos y lesiones que son más difíciles de ver con otras técnicas, como puede ser el cerebro).
Es una prueba diagnóstica que permite obtener imágenes procedentes de ecos sonoros. Consta de un emisor de ultrasonidos, que se aplica sobre el cuerpo, cerca de la zona que se quiere explorar. En función de las diferentes densidades de los órganos y tejidos que las ondas atraviesan, estas son reflejadas o absorbidas. Las ondas sonoras reflejadas, son recogidas por un aparato que las transforma en una imagen que se muestra en un monitor de televisión.
Es la introducción en el interior del cuerpo de un tubo largo y flexible con luz y una pequeña cámara en el extremo. El especialista observa, a través de un monitor de televisión, todas las zonas por las que pasa este tubo.
Este sistema permite ver directamente el interior de un órgano o cavidad. Para introducirlo pueden usarse orificios naturales (boca en una gastroscopia, por ejemplo). A veces, es preciso realizar una pequeña incisión o corte para introducir el endoscopio en la cavidad que se precisa observar (por ejemplo, a nivel del ombligo en la laparoscopia, para explorar la cavidad abdominal).